martes, 12 de julio de 2011

Borré las anteriores historias que tenía subidas.

   ¿Razón?
Quería subirlas de nuevo corregidas y bien.
Lo que aun no se es como hacer para que quede bien en el blog y sea fácil de leer para vosotros.
Sin que llegue a ser pesado el relato en si.
Bueno os pondré por orden de escritura.

Mi Historia para quien quiera saberla.


    Me encontraba encerrada en mi habitación, sin estar dispuesta a que nadie entrase a hablarme o consolarme por lo que me había tocado vivir.
       Estaba realmente dolida, mis ojos enrojecidos de tantas lágrimas derramadas, y sola en la oscuridad.
      Recordando todo y sintiendo que no había salida que ya no había lugar al que yo pudiera volver, segura de que todos mis caminos estaban cerrados.
     Hasta el momento no había pensado en venganza, fui educada con otros principios y otras ideas, ingenua era como era, ingenua sin excusa hasta el punto de llegar a ser tonta.
     Escuchar sus palabras delicadas, creer en sus sonrisas falsas, pensar que sus manos no eran las culpables de ese daño infligido en mi cuerpo, pensar que todo era culpa de un gran amor.
      Hacerme la ciega ante el hecho de que él solo deseaba saciar su sed, que no miraba mi cuerpo con amor y calidez, sino con unos ojos llenos de deseo, y de lujuria.
      No me di cuenta de que no solo no me amaba sino de que me odiaba, solo quería saciarse él y nada más.
     Pero no vasto con rasgar mis vestidos, y apresar mi cuerpo con sus manos sin cuidado, sin compasión ante mi inexperiencia.
      No le bastó con hacerme sentir como un vulgar objeto, sino que me demostró que además era fácilmente reemplazable.
       No podía imaginar en ningún momento que lo que mis ojos veían podía ser verdad.
      ¿Tan ciega llegue a estar para no ver que lo que se escondían en esos ojos marrones no era amistad de tantos años, sino celos unos demasiado grandes guardados por mucho tiempo sin ni siquiera haberlo descubierto?
      Estaba tan segura del amor de él, de la amistad de ella, que a pesar de estar viéndolo con mis propios ojos, y sintiendo el inmenso dolor en mi cuerpo, no podía creer que todo fuese cierto y me estuviesen dañando tanto.
      Verla a ella sonreír mientras gotas de mi sangre caían al frío suelo en el que me encontraba, ver como él ni se inmutaba ante mis lágrimas y parecía fascinado al ver mi sangre roja correr sin más, sin perturbarse, aparentemente divertido ante todo este espectáculo.
     No imaginaba que la traición doliera tanto, pero verla a ella besarlo y a él acariciarla como si se pudiese romper después del daño que a mí me había infringido era mucho para ver.
     Cuando los dos yacían dormidos en una cómoda cama donde él la había hecho suya, después de haberme robado todo a mí en el suelo de madera de esa misma habitación, me decidí a escapar de ese lugar.
    Cogí el objeto que sirvió para herirme y camine con dificultad, antes de salir los miré una última vez, sin hacer el menor ruido, herida, no solo físicamente me fui de allí, para volver a mi hogar y encerrarme en mi habitación sola a oscuras con mi dolor y mi sufrimiento.
     ¿No podían solo haberme quitado mi virtud y dejarme ir?, tenían que además hacerme no salir nunca más con la luz del día, tenían que obligarme a romper todos los espejos de mí habitación y hacerla oscura sin luz.
      Pero a pesar de todo en esos momentos no pensaba en venganza, solo podía centrarme en mí dolor.
    Y en si me lo podría de verdad haber ganado como ella me repetía constantemente, diciéndome, que siendo tan perfecta y bella mi castigo debía ser ese.
No era capaz a acertar sobre los motivos de ambos para hacerme ese mal aunque lo averigüe más tarde, un compromiso entre él y yo, de nuevo celos era la excusa de ella y la de él, tan solo deseo de poseer un tesoro, sin saber que le iba a pertenecer de todas formas, aunque al parecer la prefería a ella para diario, a mí para un rato.
     En la oscuridad de mí mundo y mientras aun sangraba y lloraba ella vino a verme.
    Una mujer de cabello largo, de ojos hermosos, facciones que cualquiera desearía, a pesar de su fría mirada para mí parecía lo mejor que podía recibir en ese momento.
    Tenía cierto brillo calculador en sus ojos, pero preferí ignorarlo.
    Su sonrisa se borró de su bello rostro al acercarse a mí, para ser reemplazada por una llena de ternura y me abordó con palabras cálidas:
    --Mi dulce niña, ¿qué te han hecho?-
     No pude responder a su pregunta las lágrimas comenzaron a correr libres por mis mejillas sin control alguno.
     Mi voz parecía no querer salir para dar respuesta a su pregunta, o tal vez solo no quería volver a vivirlo todo y por ello esta no salía de mis cuerdas vocales, al parecer estancadas por el llanto que no se interrumpía por más que lo intentase.
      --¿Dime mi niña, crees haber merecido tal daño?
    No sé si esperaba respuesta o no, pero aguanto mi silencio, me dejo callar mientras una de sus cálidas manos me hacía sentir cierta calidez de la que había perdido.
     Me acarició la mejilla derecha con cuidado y ternura como él no había hecho en ese fatídico momento.
    --Debió de ser realmente duro, el verte traicionada de tantas formas a la vez. -sus palabras eran susurradas pero llenas de verdad, siguió dándome consuelo, acariciándome con cariño el cabello, dejándome desahogarme en paz.
     No sabría decir cuánto tiempo estuvimos así, ella hablándome yo escuchando todas y cada una de sus palabras, hasta escuchar una realmente intimidante y a su vez demasiado atrayente.
     --¿No deseas vengarte?, ¿no ansias venganza contra los que te han hecho tanto mal?
     Venganza una palabra llena de rencor, de odio, una palabra que ahora no dejaba de aparecer en mi mente al pensar en ellos dos.
     --Yo puedo ayudarte, yo sé cómo hacer que puedas vengarte, que puedas dejar salir todo ese odio que ahora sientes dentro de ti, como liberar todo el resentimiento acumulado, solo coge mi mano, y no solo tendrás venganza sino que contaras con mi compañía incondicional.
      Me tendrás a tú lado siempre mano a mano, juntas en todo momento, y recuperaras lo arrebatado a la vez que castigaras a los que te lo quitaron sin piedad, el dolor desaparecerá.
      Su voz era calmada, sus promesas atrayentes, su mano cálida, su rostro lleno de afecto, sus ojos con el mismo brillo, aun me pregunto cómo no me di cuenta antes de que todo tiene un precio y el mío fue caro.
      Mis ojos negros la miraron, sé que estaban enrojecidos y que seguro no tendrían ni una pizca de la alegría anterior, segura también de que si algo reflejaban era el dolor de mi alma en ese momento.
     --¿Duele no es cierto?, se lo que es eso, pero yo lo puedo curar, lo puedo hacer desaparecer, mira mi mano esa que tanto te ha reconfortado, ahora te pido que la cojas, y una vez hecho todo lo prometido será cumplido, tu y yo juntas en un camino inseparable para ambas.
        No más dolor, no más llanto, y lo que más necesitas justicia.
        Podrás tenerlo todo, solo acéptalo.
      Ante mí dejó un espejo, yo tenía razón mis ojos eran exactamente como antes los imagine, mi rostro rajado y manchado de sangre aunque esta había dejado de salir, mi cabello antes castaño, largo y hermoso, había desaparecido por completo, solo quedaban algunos mechones y todos desiguales.
       Mi nariz antes pequeña pero atrayente en algún modo, estaba rota aunque esa ruptura no era visible.
     Mi vestido antes hermoso aunque sencillo estaba destrozado revelando mis pechos, (ya que mi ropa interior había sido igualmente destruida), los cuales estaban llenos de heridas y moretones.
       No había nada en mí igual a como lo recordaba, sin poder soportar esa visión tan dolorosa de mí misma cogí su mano, sin pensar en nada más, sin tener en cuenta las enseñanzas que me inculcaron, donde me decían que todo tiene un precio o que la venganza nunca acaba en buen camino, ¿pero acaso lo que me habían hecho no merecía un castigo?, ¿y quién me creería cuando dijese que mi futuro esposo y su hermana mi mejor amiga habían llevado acabo esto?
      Mi palabra no sería valorada, por el contrario sería castigada y sería un castigo eterno, debido a que no hay escapatoria pues a pesar de sangrar tanto como lo había hecho seguía ahí, no había un después para mí, ni manera de huir de lo que me esperaba, así que la única salida era esa mano que me había apoyado, esas promesas que aunque estuviesen llenas de esa palabra tan llamativa no podía dejar pasar.
       Seguía ofreciendo ese calor del principio pero a mí me embargó un gran frío por todo mi cuerpo, sentí que mi sangre se helaba sin remedio, sin forma de parar ese dolor que comenzaba a sentir debido al frío.
      Como si mil puñales se clavaran en mí sin ninguna piedad, como si mi cuerpo entero estuviese siendo sometido a su vez a una gran hoguera.
    Cerré mis ojos esperando lo que fuese a pasarme, pero de nuevo ella me habló y con su voz llena de convicción me dijo:
   --Solo lleva acabo lo que es justo, da lo que se merecen y una vez llevado a cabo juntas recorreremos nuestros senderos sin dolor, sin temor, completamente plenas.
      Sentí que me soltaba la mano pero dejaba en esta algo.
      Al abrir mis ojos me encontré sola rodeada de la oscuridad y de los cristales de los espejos antes rotos por mí misma.
     Sin pararme a observar nada, salí del cuarto solo una cosa en mente deseo de Venganza y de hacer realidad esas promesas escuchadas.
       Mis pasos me llevaron derecha al encuentro del lecho de ambos.
      Su habitación a oscuras, sus cuerpos desnudos entrelazados dándose calor mutuo, me pareció una imagen odiosa, y repugnante pues dos hermanos en esa situación me resultaba realmente abominable, pero así estaban ambos juntos y sonriendo a pesar de que horas o tal vez días no sabría decirlo, me habían destrozado por completo.
       Sin dejar a mi mente dudar con el mismo objeto que me habían desfigurado y que aún tenía mí sangre me acerque a la cama y antes de dar el golpe susurre sus nombres.
       Un aire frío recorrió la estancia y ambos despertaron, no les di tiempo a hablar, y fui piadosa con ellos.
       Les di algo que yo no podía haber tenido, les entregué libertad ahora que lo pienso.
     Mientras ambos cerraban los ojos y de sus heridas en el corazón salía líquido rojo y el objeto se quedaba incrustado en el corazón de su dueño ella volvió a aparecer llevando consigo una vela blanca y larga y una sonrisa triunfadora.
     No me dio tiempo a hablar cuando me vi a mí misma reflejada en el único espejo de ese lugar.
     Mientras me contemplaba en este un dolor, al principio pequeño pero poco a poco más doloroso se fue apoderando de mí.
      Mis ojos se reflejaron en el espejo, antes negros como la noche y cálidos como el sol, ahora azules como el día, pero fríos como el hielo.
       Mi cabello volvía a ser largo, pero ahora en lugar de castaño era blanco como la nieve, mis facciones era cierto que eran hermosas, pero estaba igual de pálida que los dos que se encontraban en la única cama.
      Mi hermoso vestido ahora era una túnica negra como la noche con su capucha del mismo color.
     Mi piel estaba tan fría como la hoja de la guadaña utilizada para dañar a ambos en el lugar que ellos me dañaron a mí aunque no físicamente como yo a ellos.
      Miré hacía ella cuando comenzó a hablar:
     --He cumplido lo dicho, te he devuelto lo que te arrebataron y has conseguido tú objetivo venganza.
     Ahora estaremos juntas siempre en el mismo camino.
      --El dolor no se ha ido.- repliqué agarrándome con fuerza el pecho.
      --Mi dulce niña todo tiene un precio, ¿Cuándo los heriste no se fue el dolor?
      Me di cuenta de que tenía razón cuando clave la guadaña en su corazón mi dolor desapareció para volver de nuevo al rato.
      --Pero ha regresado, y más fuerte.
    --Te enseñaré a remediarlo sígueme. -salimos de la casa a la luz del día, ella delante de mí y yo detrás ninguna llamábamos la atención lo cual me extraño pero la seguí.
     Llegamos a mi casa de nuevo devuelta a ese lugar, me llevó a las habitaciones de los criados y entramos en la habitación de la que había sido mi nana, estaba pálida como yo ahora, y al parecer tenía algo, pero no sabía que podía ser pues nunca en sus 500 años de estar conmigo había estado así.
     --¿La ves?
      Asentí, ella hizo aparecer de algún lugar la guadaña antes dejada en el cuerpo de él.
     --Clávasela. -la miré sorprendida ante lo que decía pues no quería venganza contra ella pues siempre me trato bien.
    --¿Cómo dices?
     Sonrió de forma escalofriante y me miró haciéndome temblar y me dijo:
      --Era muy aburrido estar sola, los caminos eran interminables, necesitaba algo que me ayudara a dejar ese aburrimiento, un nuevo camino pero que llegará a un fin, ¿la inmortalidad?, valiente estupidez y vaya un camino aburrido, pero ahora todo será más interesante, ¿qué harán cuando descubran que sus caminos sí que se pueden acabar?
       Me aterrorizó la idea de pensar en que fuese verdad lo que decía y no acepte la guadaña que me ofrecía.
      --No lo haré, ¿Por qué te aburres quieres acabar con los caminos que no deben de ser interrumpidos?, no lo haré nunca llevaré eso a la práctica.
      --¿Nunca?, -rió con cierto toque de ironía y mirándome al parecer divertida me dijo: --amiga mía ya lo has hecho y no una sino dos veces, ¿acaso pensaste que te devolvería todo sin dar nada a cambio?, no esto no funciona así y descubrirás que no puedes negarte, pues tú venganza se llevó acabo ahora pagaras el precio.
      Te dije que el dolor desaparecería y lo hará pero solo si clavas la guadaña, en caso contrario mi pequeña, sufrirás lo indecible y cuando esta vela esté a punto de apagarse deberás repetir el proceso o sufrirás las consecuencias, los caminos se acabarán de todas formas pero tú dolor irá creciendo por cada uno que no acabe por ti, he de agregar que los condenaras a un camino mucho peor ¿Cuál será tú decisión?, te daré libertad para elegir los siguientes caminos que seguirán, si pierdes alguno será tú culpa lo que ocurra. -Su voz era igual que antes pero ahora me daba miedo, y mientras me levantaba del suelo después de haberme dejado caer abatida por lo que me acababa de decir me di cuenta de que acababa de ser maldecida para toda la eternidad y según ella me había informado mi camino al igual que el de ella no tenía fin.
     Cogí la guadaña y apartando la vista y llorando no solo por lo que estaba a punto de hacer, sino por el inmenso dolor que sentía la dejé caer sobre su corazón.
     Desde ese día mis recuerdos, mi dolor, mi remordimiento, todo en mí ha sido un suplicio, un castigo, ¿de verdad merecía todo esto?
     Conocí a varios que tenían al igual que yo y ella caminos interminables, y uno de ellos me dijo que todo estaba decidido así, que yo debía de convertirme en uno de ellos, en uno de los inmortales.
     Recuerdo muy bien la sonrisa de ella al contemplar mis lágrimas y ver que me había ganado, verme derrotada ante ella pareció ser algo que le agradaba me entregó la vela en una pequeña urna de cristal y me dijo:
      --Por cierto mi nombre es Vida, ya veremos cuál será el tuyo.
      Después de eso me la encuentro todos los días, a pesar de todo tenía razón en algo siempre iríamos de la mano, y nunca más estaríamos solas, aunque solo nos tuviésemos a nosotras, debido a que a partir de ese día nadie quería tenerme cerca, pues todos sabían que eso implicaba un camino interminable menos.
      Siempre juntas aunque mi odio por ella nunca cesará es algo de lo que estoy segura, pero tenemos que tolerarnos mutuamente mientras yo me sigo lamentando por varias cosas pero sobre todo por:
      Ver los ojos de los niños y su viveza y saber que yo nunca podré disfrutar de tener una compañía tan grata como la de ellos.
           Y todo por esa maldita palabra tan tentadora.
           VENGANZA.
         Firmado con cierto deseo de que se me comprenda un poco y no se me tema tanto la que los humanos con caminos terminables llamaron.
                                                                                         Muerte.

Fin.

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